viernes, 14 de agosto de 2015

La mujer del obrero

    La mujer del obrero se encontraba en el patio de la pensión, lavando ropa. Era una chica joven, menudita y esmirriada. Los avatares de la vida y su mirada cansada la hacían parecer mayor. Llevaba el pelo recogido y un pañuelo en su cabeza. Del sucio delantal le colgaba una margarita que asomaba del bolsillo, pero no se la había regalado su marido, sino un guapo que vivía en el conventillo.
    Todos los días, mientras ella iba y venía con los quehaceres de la casa, cruzaban miradas en los pasillos. Nunca se dijeron una sola palabra. Ayer, por primera vez, el guapo se acercó y le regaló la flor. La mujer pensó en su esposo. En la ausencia diaria, en la borrachera que traería y cómo se las ingeniaría para que sus hijos no se despertaran. Esa flor sacudió en ella una ilusión olvidada, sentimientos dormidos. Imaginó, con la mirada perdida y las manos hundidas en el latón, cómo sería su vida con ese pretendiente.
    El ruido de unas botellas la hizo regresar al patio, era su marido que entraba entonado, gritando su nombre...

viernes, 22 de mayo de 2015

"Lamer las heridas"

Octavio pasaba sus vacaciones en el mar. Había decidido realizar el viaje solo. Al principio, la idea le resultó muy atractiva. una oportunidad para conocer nuevas personas, descubrirse a sí mismo, toda una aventura. Eligió como destino un pueblito pequeño y pintoresco. Sus casas tenían un estilo colonial, característica que otorgaba una sensación de viaje en el tiempo. Sin embargo, no había muchos turistas y la gente era un tanto reservada, así que en un par de días, la soledad comenzó a invadir su pecho.
Una mañana salió a dar una vuelta por el centro del pueblo y, de pronto, se dio cuenta de que estaba perdido. No recordaba la dirección del hotel donde se hospedaba y como era temprano, no encontró a nadie a quien pedir pedir auxilio.
Siguió caminando, quizás podría reconocer algún punto que lo ayudara a ubicarse. Niente (nada). Y allí lo vio, doblando la esquina. Un perrito, todo mojado, hecho un bollito en un rincón. Octavio se acercó, a su vez el animal le clavó la mirada. Estaba tiritando de frío y tenía una de las patas traseras herida. En seguida, se sacó la campera que llevaba puesta, envolvió con ella al perro y lo llevó con la intención de curarlo. Pero no sabía dónde se encontraba aún. Dio unos pasos más, levantó la mirada y no sólo divisó el hotel, sino que junto a él había una veterinaria que no recordaba.
Entró en el local e inmediatamente asistieron al perrito. El muchacho se sentó a esperar, sentía que su corazón latía fuerte. No podía olvidar esa mirada de auxilio que lo impulsó a levantar al can. A los quince minutos apareció el veterinario con el animal vendado. Afortunadamente era sólo una herida superficial. Cuando salió a la calle, el perro lo volvió a mirar sacando su lengua y moviendo la cola en señal de agradecimiento. Y así, sin más, se alejó completamente repuesto.
Octavio ya no sentía esa soledad en el pecho. Ayudar al perro, ese simple acto solidario, lo había curado.

sábado, 12 de abril de 2014

La niña que quería ser mariposa

Lola jugaba sola en el parque, su mamá estaba sentada en un banco hablando con una vecina del barrio.
Era una niña tímida, le costaba relacionarse con los demás chicos de su edad. Quizás porque se sentía más madura, le encantaba la compañía, pero siempre terminaba alejada. Había algo que le faltaba, algo en su interior que no podía entenderlo pero le quemaba por dentro.
Cuando estaba con los demás niños, experimentaba una extraña sensación, se definía  como una oruga, insulsa. Ella quería transformarse en mariposa. Vestía de colores, para encajar. Pero sentía que no estaba en sintonía. Lola quería volar, ser libre y el resto se amontonaba y se esforzaba por mezclarse de manera uniforme.
Hasta que un día se encontró con otra oruga, en el parque. Al principio le pareció muy extraño que un insecto hablase, pero ella misma quería ser mariposa, así que todo era posible.  Iniciaron una charla medio a escondidas, en un arbusto suculento alejado de los adultos. La pequeña larva se dio cuenta enseguida de lo que le pasaba a Lola (claro, entre orugas se entendían) y  le enseñó que cada cosa llega a su tiempo y que para algunos el camino es más largo. Pero si la verdadera esencia está dentro de uno, se logra el cometido.
- Un burro nunca podrá ser caballo, no está en su esencia. Pero debe esforzarse por ser el mejor en lo que es-. Dijo la oruga.
Así Lola comprendió que llegado su tiempo podría ser libre como las mariposas y que tenía que transitar su camino como oruga ya que al final del trayecto se transformaría en lo que tanto anhelaba.
Hasta que un buen día se despertó, desplegó sus alas y voló…Y fue la mariposa más hermosa y brillante del cielo. Exploró lugares inimaginables, se encontró con mucha gente y habló con todos. Estaba feliz. Experimentaba una evolución espiritual, así lo creían los antiguos griegos, que una mariposa representa  el viaje del alma cuando abandona el cuerpo para renacer en la inmortalidad.
Pero como también era parte de su naturaleza, en una semana, al final del último día, murió como una verdadera mariposa.

“Todo depende de ti” 

lunes, 1 de abril de 2013

Navegando en otras aguas

        Siempre me gustaron los idiomas. Desde chiquita. Quizás por eso aprendo con facilidad. Cuando tenía 5 años me dejaban mirar tele a la mañana. En esa época sólo existían 3 canales. Canal 9 de Buenos Aires, canal 8 de Salto (R.O.U) y la red O Globo de Brasil. Ésta última me interesó de manera particular porque pasaban dibujitos que nunca había visto y me llamaba mucho la atención que era en otro idioma. Así fue como descubrí el portugués. Años más tarde cuando fui de vacaciones a Brasil me dí cuenta que le entendía a la perfección a las personas mientras que mi familia se ahogaba en un vaso de agua. Eso sí, sólo aprendí a falar, para escribir correctamente será necesario ir a una academia.

Una de las cosas más bonitas que aprendí de esta maravillosa cultura es el Bossa Nova.....


Tudo fica mais bonito quando você está por perto 
você me levou ao delírio por isso eu confesso
os seus beijos são ardentes
quando você se aproxima o meu corpo sente 
os seus beijos são ardentes 
quando você se aproxima o meu corpo sente
Vem pra cá deusa do amor
Vejam o bloco Olodum ao passar na avenida
todos cantando felizes de bem com a vida
caminhando lado a lado
formamos um belo casal somos dois namorados
no suingue dessa banda
balança o mais forte alicerce que tem neste mundo
o cupido me flechou
foi no bloco Olodum que encontrei meu amor
Vem pra cá deusa do amor 
vem me embalar, neném


                                                                              MORENO VELOSO. DEUSA DE AMOR.


domingo, 6 de mayo de 2012

A orillas del río

Jimena estaba sentada a orillas del río. Tenía sus pies hundidos en el agua. Ese era su lugar favorito. Allí se pasaba gran parte del día meditando. No podía concebir una vida sin ese río que tanta tranquilidad le transmitía.
Era la menor de once hermanos, tenía veinte años y vivía con su madre en una casa de campo en las afueras de la ciudad. colaboraba en los quehaceres de la casa y ayudaba a planchar ropa de las familias acaudaladas.
Un día iba de camino a entregar lo planchado cuando vio un pescado en el sendero. Al principio pensó que se le habría caído a algún pescador, pero cuando se acercó se dió cuenta de que estaba vivo. Todavía estaba cerca del pueblo, así que decidió que lo mejor era regresar y así devolver el pez al río.
-¿Qué haces mujer? Dijo el pez.
-¡Te devuelvo al río! Contestó Jimena.
-¡Ni lo sueñes,no sabés lo que me costó llegar hasta acá!
-¡Pero te vas a ahogar!
-No creo, por ahora estoy bien. Un poquito mareado nomás.
-Los peces pertenecen al agua, no tenés pulmones para vivir fuera de ella. Lamentablemente te vas a morir si no regresas.
El pez se dio cuenta que Jimena tenía razón. Había luchado tanto para llegar hasta allí que no quería darse por vencido. Pero ya comenzaba a sentirse asfixiado.
Finalmente la joven tomó el pez y se dirigió hacia el río. En el camino de vuelta éste le contó que desde chiquito deseaba vivir fuera del agua. Miraba desde la superficie cómo los niños jugaban en la orilla, las fiestas, los fuegos artificiales, en fin, el bullicio que se escuchaba a diario.
Jimena le confesó que sentía todo lo contrario, que se pasaba horas en la orilla disfrutando de la inmensidad y quietud del río.
Y sin darse cuenta se quedaron un buen rato charlando en la costa, hasta que cayó la noche.
El en el agua y ella en la orilla. Cada uno contando cómo era la vida que tanto anhelaba el otro.
Jimena nunca más regresó a su casa. Su madre la busca incansablemente día tras día. Cerca del río donde se la vio por última vez. El mismo día que apareció un joven desorientado, empapado, que no recuerda de dónde vino y que todos los días se sienta en la orilla, allí donde se posaba Jimena, con los pies hundidos en el agua...

sábado, 4 de febrero de 2012

Barreras de papel

...Fue una linda historia de amor...que me contaron y ahora voy a contar...del amor de Honorato y la niña Isabel...
Transcurría la época de la Buenos Aires Virreinal, una sociedad muy jerárquica y estratificada, donde las desigualdades no sólo derivaban de la riqueza sino también de las consideraciones étnicas.
No sólo estaba el blanco español y sus descendientes que se llamaban así mismos "gente decente", sino que también estaba el blanco pobre, indígenas,esclavos africanos, mulatos mestizos, zambos y otras mezclas.
En definitiva, una sociedad diversa y desigual.
En este marco transcurre esta historia. Isabel era hija de un importante hacendado español, nacida en Buenos Aires. Tenía 15 años. Sus padres ya habían arreglado su matrimonio con un español puro, como era de esperarse. Ella estaba ansiosa ya que toda la vida fue educada para el matrimonio.
No lo conocía aún, pero ya lo había aceptado.
Isabel pasaba todo el día entre costuras y bordados, zurcidos y yendo a misa.
Los fines de semana toda la familia dejaba la casa grande para ir a la estancia. Básicamente todo transcurría sin problemas para ella, ajena a lo que podía pasar a su alrededor.
Un domingo cuando Isabel volvía de rezar el rosario en la capilla de la hacienda, vio a un jóven que le llamó la atención. Se llamaba Honorato y era el hijo del capataz de la estancia. El le hizo un saludo con su sombrero, lo que ella le pareció muy impertinente y se alejó sonrojada.
Honorato tenía 17 años, siempre había apreciado a la niña, aunque no albergaba ninguna esperanza ni siquiera de amistad. En esa época era algo impensado.
El padre de Honorato era un blanco pobre, pero siempre se preocupó por la educación de su hijo y logró que la niñera de la familia le enseñara a leer y escribir.
Honorato se destacaba mucho en la poesía y al final de la jornada de trabajo en la estancia se dedicaba a escribir.
Desde aquel ocasional cruce con Isabel, éste pensó mucho en ella, y la mayoría de sus poesías estaban dedicadas a la niña.
Así se dio cuenta que se había enamorado, pero al saber que era algo inalcansable, se resignó a volcarlo sólo en papel.
La gente pobre del campo organizaba juegos y competencias donde podían demostrar sus habilidades en el manejo de caballos. Honorato era bueno en eso, así que decidió participar y como había terminado bien el día de cosecha, todos los empleados de la hacienda organizaron un baile.
Todas las "chinas" como se les llamaba comunmente, estaban ansiosas por ser sacadas a bailar, el cielito, la media caña,el gato y el pericón.
Honorato tomó coraje y dio un paso al frente. Divisa una muchachita que le llamó la atención. De cabellos claros con dos trenzas, lo miraba tímidamente. El le ofrece la mano y ella acepta enseguida. Se miran a los ojos, él la reconoce...era la niña Isabel! le había pedido ropa a la criada y se había escapado de la estancia para ir a verlo...
-Isabel, dice Honorato
-Esta noche soy simplemente la dueña de tus poesías...

miércoles, 27 de julio de 2011

La Bestia

Santiago Flores emprende su travesía con anhelo y algo de angustia. Espera lo peor. Viajar en tren por México, ese que los inmigrantes llaman "La Bestia", le ha enseñado que cada mano levantada puede arrojar una piedra. Pero en los estados de Oaxaca y Veracruz descubre que la gente es amistosa.
Enrique está solo en la tolva, piensa en lo que dejó atrás y en la promesa que le hizo a su madre de poder llevar pan a su boca y a sus 6 hermanos.
Ha caído la noche y, al pasar por un pueblito, el tren hace sonar su silbato. Como ráfaga de viento, una docena de personas, en su mayoría mujeres y niños, salen corriendo de sus casas cerca de las vías. Llevan pequeños bultos. Ya están preparados.
Algunos inmigrantes se asustan. ¿Le arrojarán piedras? Comienzan a tirar los paquetes. Enrique atrapa uno. Es una bolsa azul, la abre y encuentra 3 panes y una botella de limonada. ¡Gracias! responde en la oscuridad. Hace dos días que no come, realmente esto le cayó del cielo.
A estas personas no le sobra, al igual que él se encuentran en situación de pobreza, viviendo con dos dólares al día y a veces menos...
De allí nace la solidaridad, la de compartir lo que se tiene, no lo que a uno le sobra.
Enrique se emociona. Es muy probable que no tenga éxito en su viaje, lo sabe. Pero esa noche ya no se siente un fantasma...

"Han aventado su corazón más allá de los muros, se han brincado fronteras custodiadas. Han llevado el vuelo del cóndor y del Quetzal. En la Patria del mañana, ayer fueron millones. Hoy serán muchos más. Sin nombre, sin rastro.
Les dieron muchos nombres: Mojados, wet backs e indocumentados. Los contemplé un día pasar bañando mi orilla, les pedí un aventón como extranjero entre cuates. Me subieron a un tren y mi camino sigue aún con ellos"
(Flor María Rigonni)